A veces, mientras escucho un poco de chill o flamenco (sí, también escucho flamenco) desde la boca del estomago surgen temores infundados, temores básicamente a la soledad. En un momento donde la atracción y seducción juega de mi lado, cuando me siento observado y deseado cuando me dejo ver, donde parece que puedo decidir con que carta quedarme, surge el temor a la soledad. ¿Podrá alguien valorarme? ¿Seguiré asustando? ¿Será alguien capaz de quererme?.
La confianza en uno mismo juega ahora como una hoja de doble filo, te cortas con ella cuando sientes que puedes ser demasiado para ser digerido. Alguien que me aprecia me comentó hace escasos días que probablemente asustase a los tíos. Buen físico, mono y divertido y con confianza en si mismo. Ufff, creen que bien para un rato pero creo que doy pánico. ¿Estoy condenado a ser un Brian Kinniey? No me apetece la verdad. Por otro lado no me apetece tampoco la mediocridad, el infantilismo o las medias tintas. Como decía a una amiga, quiero alguien que cumpla mis expectativas, no que simplemente llene un vacío. Para eso me voy a un chino a comprarme un gato de la suerte.
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