De nuevo vuelvo a realizar mis actividades habituales, regreso a mi mundo de modernismos sin tomárselos en serio, de electrónica,  interés por lo que ocurre a mi alrededor, entornos urbanos y mentes inquietas. Ya hablaré de esto en otro post.

Pero a lo que iba, el viernes pasado volví a realizar ese tipo de actividades que me caracterizan. Nos juntamos unos cuantos amigos y como "fan fatal" acudimos a ver a pinchar a Alaska en un entorno como el Guggenheim. Mezcla de arte y DJ, entorno especial y un gran grupo de "modernos, musculocas y otras especies" decidimos bailar al ritmo de los platos manejados por Olvido no sin antes visitar la exposicion de Towmbly.

Mezcla de Pop y Techno, recordando a veces a las noches de los domingos de Goa en Madrid, todo aumentado por el espectacular Atrio del museo.

La ciudad que se anima, actividades diferentes, noches con vanguardia, atraer las miradas, estar como pez en el agua, sanar mi ego, disfrutar de nuevo del arte, vivir como un urbanita , todo revuelto en medio de un huracan real que azotó la ciudad en la madrugada de una noche en la que creo que volví a alzar el vuelo.
Y claro regresar a casa a las tantas de la mañana, sonriente, sintiendome adulado y con una buena experiencia durante el sábado (no daré más detalles, quien tenga que saberlos ya los conoce ;) )

Un beso y ya haré una reflexión sobre intuición y sacrificios absurdos (de mi forma de vida por una ilusión).

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  Lo prometido es deuda. Nuestra aventura por el sur ya terminó pero el paisaje se queda en la memoria. Desde la interior Medina Sidonia, a la costa expuesta de Tarifa, el encanto andaluz de Jerez, la magia de Granada, el señorío sevillano y la alegría de sus gentes, todo eso se queda grabado en la retina.
Gracias a mis amigas por aguantar mi conversación, a veces monotemática sobre mi estado de ánimo (que no era el mejor).

¿Sirvió de algo el viaje? Supongo que para dos cosas, para evitar la agonía de haberme quedado solo en Navidades en un Bilbao gris tras una dura ruptura, y para darme cuenta que nos estresamos demasiado, que la vida hay que mirarla con otros ojos, al final y al cabo la realidad SI cambia según el cristal con que se mira. Recuerdo haber recomendado yo esta idea, ahora tocaba el momento de aplicarla.
Espero mostrar en breve mi yo jovial que es el más habitual en mi ( y que pensé que sería el que marcaría la tónica de este blog).

Y en imagenes.

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Odio los domingos. Odio los domingos como este donde me hundo en esa sensación de melancolía, donde la soledad me debora, donde ver los últimos capítulos de Queer As Folk me hace pensar en lo perdido, donde solo veo el lado amable de lo que se fue y no el sabor amargo de lo que pasé.

Odio los domingos donde tengo la sensación de haber perdido el tiempo, el tiempo de este fin de semana y el tiempo entregado a un teatro del corazón.

Odio los domingos donde pienso, y solo pienso, que mi vida vuelve a un punto pasado donde no quiero estar. Odio los domingos de amigos ausentes y de paredes que me asfixian.
Odio los domingos donde no puedo salir de casa porque la obligación me atrapa.

Bendito Lunes sálvame del hastío.

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Las vacaciones se acaban y toca regresar al mundo real. Desde el coche y con el poratil 3g escribo este post mientras vamos dejando atrás los campos andaluces.
En mi vuelta me preocupa que enfrentarme de nuevo a la fría realidad (gelida en tempertura y en lo emocional) vuelva a presentarse esa angustia en la boca del estómago y la tristeza de hace un año vuelva a ser mi sayo. Espero que no. Todavía dolido y no curado (quizás sea mejor no curarse rápido, una cicatriz recuerda lo bueno que hubo en la aventura, sin ella puede que la aventura solo fuera farsa) intentaré tomar los aspectos positivos de mi vida. Mis amigos, las risas, el empeño en la nueva formación acometida, la ilusión de un proyecto nuevo en el trabajo y lo bueno que ha de venir. Sentir que soy alguien que merece la pena y no preocuparme por quién no me apreció. Alejar el absurdo sentimiento de culpa que a veces me captura (mi desagradable tendencia a sentirme responsable de todo lo que me rodea) y sentir.

Besos y en el siguiente post ya hablaré del sur más a fondo con imágenes incluidas.

Tras la dura caída y con mi herida abierta decido que necesito recoger mi dolor y salir corriendo. Así que con grandes amigas marcho al sur, al otro extremo de la península a disfrutar primero de Caños de Meca, su sabor hippie, su ambiente surfero. Aprovecho el viaje para empaparme del aroma árabe de toda la zona, especialmente de Granada donde pasamos dos noches, visitando teterías, tablaos y gozando de esta ciudad, un gran redescubrimiento.
Espero que esta huida ayude a pasar la catársis y renacer como el fénix. Besos a todos.

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